Probablemente la peor cancha de la primera división del fútbol argentino. En cuanto a dimensiones, la más chica (ni la cancha de Argentinos Juniors es tan pequeña). En cuanto a césped, bastante que desear.
El monumental de Barrio Alberdi, sumado a dos equipos que jugaron poquito y nada, nos iba a regalar una de las peores obras de la fecha.
Atlético Rafaela- Boca Juniors. Uno al borde del descenso, el otro, el puntero del campeonato.
A la misma hora y a pocos canales de diferencia, Messi brindaba al mundo otra épica actuación frente al Real Madrid, en el Bernabéu. Pobre de aquel que se animó a hacer zapping. Parecían dos deportes diferentes.
Volvamos a lo nuestro. Imagínense lo mal que jugó Boca que el propio Guillermo, en una acción poco frecuente en él, admitió, luego del partido, no haber sido mejor que el rival, ni tampoco merecer la victoria. También imagínense que a pesar de tan mala actuación, el conjunto del Chocho Llop pateó dos veces al arco en todo el partido. Cero a cero clavado. Empate justo.
La poca ambición de dos equipos que a priori tenían suficientes motivos para querer ganarlo, hizo que sea un verdadero dolor de ojos. Y no nos olvidemos de la cancha, colaborador de lujo en este bodrio.
"Es difícil jugar en una cancha así. No puede jugar la reserva antes que la primera" se excusó Guillermo.
"Que la cancha esté así, nos perjudica más a nosotros" siguió Peruzzi.
Lo único positivo en la tarde santafesina fue la presencia de ambas parcialidades. Casi cinco mil hinchas Xeneizes dijeron presente.
Y lo único positivo para este Boca es que sigue primero. Pero ahora son tres y no cinco los puntos que le lleva a Newells, su máximo perseguidor.
Por Joaquín Gorostiza
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