
Casi 8 años después, millones de hinchas de River se sentirían Cappa, pero apuntando a la figura aparentemente impenetrable de Julio Chiarini.
El partido del domingo entre el Millonario y
Sarmiento se podría resumir con la frase de Cappa, una y otra vez. Ciertas
circunstancias eran parecidas: después de ese partido, Cappa dirigió a Vega en
River, mientras que Marcelo Gallardo ya había sido el entrenador de Chiarini. Y
un día, finalmente, el ex arquero de Instituto tuvo su tarde de gloria en el
Monumental. Fue con otro equipo, claro. Chiarini jugó en River entre 2014 y 2016, años
donde Marcelo Barovero obligaba al cordobés a sentarse en el banco casi todos
los fines de semana. Esta falta de continuidad no ayudó al portero, quien
comenzó a tener fallas en los partidos que le tocó jugar y se ganó la
reprobación de la hinchada.
Sin embargo, tuvo su pequeña venganza personal. El equipo local le pateó ocho veces y sólo pudo convertirle un tanto. Primero, seguro ante un remate de Jorge Moreira. Después, buenos reflejos ante un disparo de Pity Martínez. A poco de finalizar el primer tiempo, la atajada más espectacular ante una media vuelta de Lucas Alario. Y la imagen de Cappa insultando volvía, una y otra vez, a la mente de todos los hinchas de River. Vale destacar también la poca capacidad del Millonario para definir el encuentro, pero eso da para otra nota. Lo cierto es que Chiarini tuvo su momento de gloria en el Monumental, y el fantasma de Cappa flotó en las tribunas.
Sin embargo, tuvo su pequeña venganza personal. El equipo local le pateó ocho veces y sólo pudo convertirle un tanto. Primero, seguro ante un remate de Jorge Moreira. Después, buenos reflejos ante un disparo de Pity Martínez. A poco de finalizar el primer tiempo, la atajada más espectacular ante una media vuelta de Lucas Alario. Y la imagen de Cappa insultando volvía, una y otra vez, a la mente de todos los hinchas de River. Vale destacar también la poca capacidad del Millonario para definir el encuentro, pero eso da para otra nota. Lo cierto es que Chiarini tuvo su momento de gloria en el Monumental, y el fantasma de Cappa flotó en las tribunas.
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