Una de rezos y mil errores

No sé a ustedes, pero a mí la palabra Fritzler me genera frío. Con esto no quiero decir que el jugador de Huracán lo sea, eh. Pero en el tono me suena a freezer, a congelado. Así se fue la gente del Ducó luego del pésimo partido de su equipo, sobre todo de su volante central, en el encuentro que reinaron los rezos. Y los mil errores, claro.

El encuentro arrancó plagado de imprecisiones. Con jugadores del mismo equipo que se insultaban entre ellos. Un Huracán muy nervioso porque era superado en el juego y un Arsenal, que a pesar de que intenta jugar siempre, venía de cinco derrotas consecutivas y necesitaba ganar para salir, al menos por un rato, de la zona de descenso.

El partido fue una laguna y un embole desde lo futbolístico. Imaginen a Grondona, DT visitante, que no salió del banco de suplentes a dar una indicación en 90 minutos. Sólo se levantó luego del gol de Sánchez Sotelo para agarrarse con la platea Miravé, que no paró de putearlo durante todo el encuentro.

Por momentos el rezo se volvía un aliado, sobre todo del lado de Arsenal. Brunetta la colgó de un ángulo para poner al Arse en ventaja, e inmediatamente miró al cielo y señaló al grito de “¡Una!”. Es que el conjunto de Sarandí no venía ligando hace rato.

En el final, el rezo se hizo constante: por un lado, los espectadores pedían al cielo que terminara semejante castigo. Es que lo del Globo fue muy malo y su gente lo sabe. Por el otro, cerca del final, Gonzalo Papa ingresó en Arsenal y, apenas pisó el campo, también promulgó su pedido.

Ni hablar de Humbertito, que a cada paso que da su equipo agradece a su padre, el único que podría haber logrado que su hijo, sin tener una carrera destacada como jugador ni entrenador, se haya hecho cargo de la selección sub-20 en su momento y ahora de un equipo que disputa el campeonato de Primera División.

Y se esfumó así, con chicos saltando arriba de un puesto de panchos abandonado en la platea Miravé, con un hincha que desde aquel sector hacía gestos con los brazos en un pedido alocado de que su equipo saliera del fondo, y con los nervios a flor de piel en todo Huracán, reflejado por su capitán Hugo Nervo, que no paró de putear a sus compañeros desde el minuto cero.

Siempre hay tiempo, Arsenal. Queda mucho y jugando así, posiblemente se salve. Globo, estás en deuda, pero si reina la tranquilidad los goles empezarán a aparecer. Siempre y cuando Fritzler no se mande 20 cagadas en un mismo partido, porque si no, ni los rezos te salvan.

Por Nicolás Gianfrancesco.
@nicogianfra

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