Clásicos

 ¿Cuántas cosas influyen, si de clásicos se trata, en la felicidad de los hinchas de los dos equipos que salen a la cancha? ¿Cuántos factores entran en las cabezas de los chicos que el lunes tienen que ir al colegio, de los adultos que deben ir a la oficina, de los ancianos que se reúnen en el club de bochas? Ganar o perder un clásico, sobre todo en los que se disputa el honor del barrio o la ciudad, marca cómo será el resto del año hasta el próximo duelo en el que puede, o no, haber revancha.


 Y Colón venía bien. El equipo de Eduardo Domínguez acumulaba nueve partidos sin perder. Con siete triunfos al hilo en el medio de dos empates. En zona de Copa Sudamericana y peleando, por qué no, un lugar en la Libertadores y, si Boca perdía, por qué no soñar con pelear el torneo también. Y Unión llegaba mal. Cinco partidos sin victorias. El último, derrota por 3 a 0 en su visita a Rafaela. Ahora, en el clásico, también sería visitante. Y Unión, contra todo pronóstico, se puso en ventaja a los 26 minutos del primer tiempo con un gol en contra de Conti.

 Y se desarrolla lo mágico de los clásicos. No importa cómo llegue cada uno. No importa quién sea local y quién visitante (a veces, hay rachas, obvio). Los partidos se juegan. Y acá es donde, también, entran los factores externos que atentan contra la felicidad, en este caso, de los simpatizantes de Unión. Cuando todo era alegría, cuando todo era efusión, Darío Herrera, árbitro del encuentro, marca un penal polémico de Nereo Fernández a Diego Vera, que luego el delantero cambiaría por gol y pondría el 1 a 1 definitivo.


 Delirio en el Cementerio de los Elefantes. Desazón en miles de casas Tatengues. Una decisión arbitral condena a unos y revive a otros. Y no sólo dentro de la cancha. Porque en este país, el fútbol es parte importante de la vida. Siempre hay que quitar el dramatismo, por supuesto, y desde acá apoyamos la movida de “somos rivales, no enemigos”. Es cierto. Como también es cierto que Herrera, en esa jugada puntual en la que sólo Vera y Fernández saben si fue penal o no, no sólo le arruinó el partido a Unión, sino que le cagó la vida a sus hinchas. Se puede equivocar o no. Pero quien lo siente, lo entiende. Aunque haya terminado en empate, a Unión le queda la sensación de derrota y a Colón la de victoria.
  

 Por eso esta fecha es tan linda. Por eso los clásicos siempre serán clásicos. Por eso los tres puntos son lo último (y a la vez lo único) que piensan los jugadores e hinchas. Hay cosas más importantes en la victoria. La camiseta más arriba que la del rival. La tranquilidad de salir a la calle con una sonrisa y saber que nadie puede decirte nada. Que las cargadas, si las querés usar, están de tu lado. Pero siempre en paz. Cuando pasa lo que pasó en Rosario, ya no es fútbol, es otra cosa. 

Ezequiel Hermida

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