Cuestión de costumbre

 Independiente venció, o goleó, como prefieran, a Newell’s por 4 a 2 en el estadio Marcelo Bielsa. Historia conocida. También es historia conocida la racha de victorias del equipo de Ariel Holan en condición de visitante, así como también que le cuesta ganar en Avellaneda. Tampoco van a encontrar nada en esta nota de los dos goles del “Puma” Gigliotti, ni del buen momento de Rigoni, ni de la enorme chance que dejó pasar Ñuls para ponerse a un punto de Boca.

 No. Aprovechamos este espacio para invocar, y analizar, un tema recurrente en las últimas jornadas del fútbol argentino y mundial. El gol de Scocco, para empatar transitoriamente el encuentro, derivó de un penal dudoso. Y digo dudoso porque fue una mano casual de Erviti, que, según la más reciente “recomendación” de la FIFA, dejó de ser casual.

 La intencionalidad en las manos es una cuestión instaurada en el reglamento del mundo del fútbol. Siempre controversial, siempre discutida, pero siempre aceptada. La tomamos así, si para el árbitro es a propósito, cobra, si no, no cobra. Y estamos acostumbrados. Y me incluyo, porque cuando digo “mundo del fútbol” hablo de jugadores, técnicos, dirigentes, periodistas y, sobre todo, espectadores.

 La risa de Erviti en el instante mismo en el que la pelota se dirige directamente a su mano es la irrefutable prueba de esta costumbre: fue una risa de impotencia, de saber que no era mano, pero que sí, que ahora es mano. Seguramente, cargada de maldiciones a cada miembro de FIFA que estuvo de acuerdo con esta recomendación.

 Parecida fue la expresión, un día antes, de Gastón Aguirre en el Monumental, luego de que un remate del “Pity” Martínez diera en su brazo. Sintiéndose inocente, pero sabiéndose culpable. Parece un mecanismo cruel. Fueron dos en una fecha. Y, posiblemente, el número de estos penales continúe creciendo.


 ¿Puede un jugador hábil apuntar la pelota al brazo de un rival? ¿Puede un defensor ir a marcar con los brazos en la espalda sin perder la estabilidad y el equilibrio? La polémica es grande, pero, como casi todo en este fútbol y en esta vida, será cuestión de costumbre. ¿O no? 

Ezequiel Hermida

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