Cuestión de tiempo

Ni el más pesimista de los hinchas cerveceros se imaginó, en el momento de cerrar el año y levantar la copa para brindar por metas, sueños, objetivos o tan solo por un año menos malo que el pasado, que en el 2017 necesitaría 130 días para volver a sentir el sabor de la victoria. Porque desde que este año arrancó pasaron siete fechas consecutivas con derrotas, en el medio la renuncia, tres fechas atrás, de Alfredo Grelak tras un insólito partido que Racing le dio vuelta en el estadio Centenario después de ir ganando 2-0 con un hombre de más.
 ¿Cuántas cosas se pueden hacer en 130 días? ¿Cuántas hojas pueden caer durante ese lapso de tiempo en la plaza barrial? ¿Cuántas relaciones florecen o se cortan por el desgaste de esos días? Lo único cierto del paso del tiempo es que es inevitable, el mundo gira y gira, la vida sigue y sigue, y la pelota rueda, rueda y no deja de rodar.
 Grelak, quién siempre que el club lo necesitó se puso la manguera al hombro para apagar los diferentes incendios que azotan al club del conurbano en el último tiempo, sintió que no le podía ofrecer nada más a un plantel ya desgastado con el DT.
Nueva página, nueva ilusión para el cervecero con la llegada de Cristían Díaz, exentrenador de Olimpo e Independiente. El arranque no fue el esperado, la frase "Técnico que debuta, gana" no se aplicó como en tantos otros casos y fueron dos derrotas al hilo (con el sorpresivo Colón de Eduardo Domínguez en casa y en la visita a Banfield).
 Otra vez en el aire se respiraba pesimismo. "Si cambiamos de mando el timón y seguimos perdiendo, vamos a terminar mal" se reflexionaba en una de las plateas, pero como alguna vez dijo Marcelo Bielsa, uno de los entrenadores más respetado por sus dirigidos y colegas, el fracaso es formativo y te vuelve sólido. Eso pasó el viernes por la noche en el sur de la provincia de Buenos Aires. Se vio un Quilmes sólido. Ni vistoso ni atractivo, sino consciente que necesitaba sumar puntos para alejarse de la tan temida zona de descenso directo.
 El desarrollo del juego fue parejo entre el equipo de Díaz y el de Frank Kudelka. En la primera parte Quilmes se mostró más ambicioso que el conjunto cordobés pero no pudo, por falta de juego y profundidad, inquietar el arco protegido por Guido Herrera. En el suplemento llegó el gol que le permitió triunfar luego de ¡130 días! -la última victoria fue el 19 de diciembre pasado ante Temperley por la mínima diferencia- cuando Matias Orihuela aprovechó un rebote dentro del área para que la red se infle de gol cortando una racha de 380 minutos sin convertir.
 En los últimos minutos del partido los nervios típicos de un equipo que pelea en la zona baja de los promedios casi originan que los primeros tres puntos de Cristian Díaz se esfumen, diciéndolo a lo criollo, como un pedo en una canasta de mimbre. Un pase atrás del defensor Gastón Bottino habilitó a Sebastían Palacios, delantero del tallarín que no pudo vencer en el mano a mano, para la suerte del cervecero, a Cesar Rigamonti, quién tuvo un gran partido debajo de los tres palos.
 En la última jugada del encuentro, Germán Delfino no advirtió una clara falta de Ignacio Bailone, quién fue habilitado una hora antes del comienzo del partido, sobre el mediocampista Nicolás Gimenez que le hubiese permitido contar con un tiro penal al conjunto visitante para empatar el encuentro. 
 Para cada uno 130 días pueden significar diferentes cosas. Los hinchas cerveceros sueñan que esos sean los días que necesitó el equipo para asentarse, de una vez por todas, en la primera división del fútbol argentino.


 * En honor a Luis Alberto Fidanza, socio del Quilmes Atlético Club fallecido recientemente.






Juan Ántola. 

@JuanAntola1




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