“Papi
¿Por qué no estamos en la cancha?” Le preguntó
el pequeño a su padre extrañado por estar mirando el partido por televisión y
no en la tribuna como cada vez que jugaba Belgrano de local. El papá, sin apartar los ojos de la tv, le
respondió: “La última vez que fuimos
tiraron a un hincha de la tribuna, se murió y por eso no podemos ir”. El niño, de tan solo doce años,
instantáneamente y casi inconscientemente expresó: “Está bien que lo hayan
matado”. -El padre por primera vez en mucho tiempo apartó los ojos del partido-
“¿Por qué decís eso?” “Porque era hincha de Talleres”. El padre
definitivamente se dio vuelta para mirar a su hijo a la cara y con un tono de
enfado le dijo: “En primer lugar era hincha de Belgrano y si fuera de lo
contrario ¿Dónde aprendiste que está bien matar a alguien solo porque sea
hincha de otro equipo?” El adulto nunca pensó que la respuesta de cinco
palabras que pronunció su hijo le
cambiaría la pregunta.
-"Lo aprendí con vos papi”.
-"Lo aprendí con vos papi”.
“¿Por
qué dice que yo le enseñé eso?” Era la
pregunta que daba vueltas en la cabeza del adulto y que no se animaba a hacer,
pero tal vez sea cierto que los chicos tienen un sexto sentido y como si le
estuviera leyendo la mente a su progenitor el niño prosiguió. “Vos me enseñaste
esa canción que dice “vamos a matar a uno de la T” o esa que cantábamos siempre
que dice…”. Pero hijo son solo canciones, interrumpió el padre pero
ya no con un tono de enfado, sino que su voz era una mezcla de preocupación y
tristeza.
“Bueno
pero vos también gritabas como todos que lo maten”
El
padre apagó la tele. Ya no importaba ese partido con Defensa que terminarían perdiendo
1 a 0. Su hijo tenía razón. En ese fatídico clásico él pidió (como casi todo el
estadio) que ajusticiaran al “infiltrado”
y ya con el hecho consumado le dijo
al hincha más cercano “que se joda por boludo. La próxima vez va a
pensar dos veces antes de venir”. Todo esto bajo la atenta mirada de quien lo
consideraba su héroe y ejemplo a seguir
El
padre no lograba asimilar aún toda la situación cuando una pregunta de su hijo
lo dejó sin respuesta.“Pa ¿Cómo se llamaba el hincha que murió? “
El adulto
sabía que en los tres o cuatro días posteriores
a la tragedia en todos los noticieros, en todos los programas y en todos los
diarios deportivos nombraban a la víctima. Pero hacia memoria y recordaba que
en los últimos días todos los noticieros, todos, los programas y todos los diarios
deportivos hablaban de Boca, de River, de San Lorenzo, la Champions, la NBA,
pero ya no se decía de la nada del hincha que asesinaron y hasta le robaron la
zapatilla estando en el piso. Ahí este padre se dio cuenta que de a poco ya lo
estaban olvidando a Emanuel Balbo, como sucede siempre cuando una noticia “deja
de vender”.
“Ya
vengo hijo” fue lo que respondió el
padre y una vez solo sentado en el parque de una plaza pensaba que hacer. De
nada servía llorar y castigarse por no haber advertido el mensaje que le había
dado a su hijo de odio hacia el adversario o el árbitro. Lo hecho hecho está y
ahora él tenía que solucionarlo, porque de lo contrario corría el riesgo de que
su hijo fuera como él o como tantos hinchas que ven al fútbol como
una guerra y festejan más las derrotas
del rival, que triunfos propios. Ese hincha que cree que lo “pasional” pasa por
insultar y agredir rivales o en algunos casos a su propio equipo
Y
ahí sentado en ese banco de plaza fue que este padre advirtió que la única
forma de que su hijo no se convierta en el típico “hincha pasional” era
dando el ejemplo y dejando él de ser ese
“hincha pasional”.
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