Días complejos son los que en la actualidad envuelven al futbol argentino. Una AFA que trata de resurgir de los cimientos a partir de una gestión segura pero inexperta, clubes deudores y altamente mal administrados, jugadores que muchas veces no se comportan debidamente dentro del terreno de juego simulando infracciones, agresiones y viviendo una auténtica vida de estrella de Hollywood y, como si fuera poco, el público que va al estadio a ver al equipo de sus amores que ciertamente trasgreden todos los códigos civiles habidos y por haber.
Lo cierto es que este sábado, durante el trascurso del encuentro que llevaron a cabo Huracán y Newell's en el Palacio Ducó y que finalizaría con victoria para el visitante por 1-0, estos baches sociofutbolísticos quedaron a un lado. Aparentemente, nuestra sociedad busca, día a día, comenzar a vivir la vida más armoniosamente y pretende demostrarlo dentro de una cancha, porque la evolución social que estamos presenciando en nuestro país, tan paulatina como firme, abarca todos los órdenes de la vida. En el estadio de Alcorta y Luna se vivió un suceso ejemplar que nubla la vista de todos aquellos malhechores del bien público que (antes) asistían a una cancha. Un árbitro recibió una ovación.
El colegiado en cuestión fue Hector Paletta, quien tuvo que verse obligado a detener el juego una vez y luego otra de manera más extensa porque no podía concebir lo que sucedía en las tribunas. Paletta se acercó al Jefe del operativo policial y le pidió que lo ayudara. Fuentes oficiales advierten que el árbtiro, atónito, le preguntó si sabía qué era lo que estaba pasando, y la respuesta del oficial fue clara y concisa: "Cantan por usted, señor. Les atrae". Esto no se había visto nunca antes en la historia del fútbol argentino.
Los hechos por los que la gente de Huracán se encariñó tanto con el juez de turno se inició y culminó con una sola jugada, indicio sorpresivo que demuestra que no es necesario apelar a varios fallos bien advertidos para ganarse la confianza de toda una tribuna en el fútbol de hoy en día. El suceso fue el siguiente: Alejandro Romero Gamarra, uno de los jugadores más hábiles y encaradores que tiene el Globo, hizo una jugada maravillosa en el costado derecho del área defendida por Luciano Pocrnjic, pero desperdició el avance y una potencial oportunidad de gol, tratando de engañar al árbitro al arrojarse al césped del Ducó, simulando una infracción sancionable con penal cuando su marcador, Nestor Moiraghi, intentaba quitarle el balón limpiamente. Paletta no dudó y realizó lo debido: no cobró penal y dio saque de arco para Newell's. Este fue el punto cúlmine que desató la muestra de cariño de la gente "quemera" para con Paletta. Fue admirable observar que el público del equipo local, al ver que su jugador se tiraba en el área, haya respaldado tanto al juez por haber tomado la decisión correcta. En el Ducó comenzó a ser coreado el apellido del árbitro y, al unísono, se escuchó majestuosamente el apoyo incondicional de la hinchada local para con Paletta. La bondad y la moral, incluso, pudieron más que la razón, y la gente del Globo terminó pidiéndole a Jorge Sampaoli, futuro entrenador argentino, que lo convoque a Héctor Paletta a la próxima doble fecha de Eliminatorias. Aparentemente, estos hechos de inhumana solidaridad que incursionan precozmente en nuestro fútbol todavía son algo desmedidos y provocan algunos pedidos insólitos. Es obvio que un árbitro no puede ser convocado a la Selección.
En conclusión, este fue un gran fin de semana para los Paletta. La gente de Huracán coreó el nombre de Héctor al no haberse visto engañado por Romero Gamarra y, en Italia, Gabriel, su hermano y ex hombre de Banfield y Boca, le terminó dando el empate al Milan en su visita al casi descendido Crotone. Los padres deben estar chochos. Los chicos crecieron.
Franco López Larrañaga
@FrancoLopez8
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