El nuevo director
técnico de la Selección Argentina estuvo el pasado domingo en el estadio
Monumental observando el encuentro entre River y Rosario Central. Jorge
Sampaoli, reconocido hincha del Millonario, se acercó a Núñez a ver a los
jugadores de ambos equipos que integran su primera nómina como seleccionador.
Jonathan Maidana, Nacho Fernández, Lucas Alario y Javier Pinola fueron seguidos
desde cerca en cada intervención. En un partido friccionado, ambos centrales se
destacaron por sobre el volante y el delantero. Y, si bien Pinola fue una de
las figuras de la cancha, un jugador que no está en la lista se llevó todas las
miradas y aplausos. Un jugador que, se rumorea, podría colgar los botines a fin
de año y, a pesar de esto, cada vez juega mejor. Y, ante la reciente lesión de
Javier Mascherano, este humilde redactor se pregunta: ¿Leonardo Ponzio no
merece una última chance en la Selección?
Llegó a River, por
primera vez, en 2007, de la mano de Daniel Passarella como entrenador. Ganó el
Clausura 2008, con Diego Simeone como DT, y al siguiente torneo el equipo salió
último por primera y única vez en su historia y el jugador volvió a Zaragoza.
En 2012, rescindió su contrato con el club español y volvió a River con el pase
en su poder para dar una mano en la lucha por el ascenso a Primera. Desde
entonces, pasó por todas. Desde malos rendimientos hasta ser murmurado por el
Monumental y hacerle gestos a la gente luego de convertirle un gol a Gimnasia. Sin
embargo, desde el año 2014, con la llegada de Marcelo Gallardo (para quien el
titular era Matías Kranevitter hasta su lesión), Ponzio mantuvo un nivel
altísimo y fue pieza importante en todos los títulos que vinieron después. En 2012 y 2013 fue convocado por Alejandro Sabella, seleccionador argentino en ese entonces, para algunos partidos amistosos y de eliminatorias, pero luego perdió su lugar.
Hoy, a sus 35
(treinta y cinco) años de edad, el mediocampista oriundo de Las Rosas, Santa
Fe, es el dueño de River. Releva a todos sus compañeros, corre más (y mejor)
que todos y a su enorme sacrificio le ha agregado una notable visión ofensiva
para sus precisos pelotazos. Es que Leo parece un pibe. Capaz de levantar a
todo el estadio con un cierre y una salida limpia, se siente seguro, juega
tranquilo y es capitán y el alma de un River que asfixia a su rival a partir de
él. Por izquierda, por derecha, de último hombre o yendo a presionar al arquero
rival. Y durante este año no sólo mostró su liderazgo y compromiso dentro de la
cancha, sino que fue el primer y acaso único personaje del fútbol argentino en
referirse al paro docente cuando todos hablaban del paro de jugadores.
¿Es descabellado
pensar que Ponzio merece un lugar? ¿Habrá tomado nota Sampaoli el domingo?
Sería un reconocimiento y un premio a su progreso, a su trayectoria y, además,
a su momento. Porque lo cierto es que está en un momento brillante y cuesta
creer que esté pensando en retirarse cuando el fútbol le pide, a gritos, un tiempito
más. Si total, la edad no es más que un número y a Leo le queda bastante
grande.
Ezequiel Hermida
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