En veintiocho días se podría haber dado un ejemplo que nos invitara a soñar con un fútbol argentino mejor donde se pueda ir a la cancha a disfrutar de un espectáculo deportivo sin miedo. Obviamente que no nos imaginábamos que veintiocho días alcanzaban para que hinchas de dos equipos compartieran tribunas y festejaran goles, como pasó en el Santiago Bernabéu hace unas semanas atrás cuando algunos hinchas del Barcelona , rodeado de fanáticos del Madrid, festejaron el gol de Messi que puso, a los 90, el 3 a 2 final. No aspirábamos a tanto pero finalmente no hubo ni un gran ni un pequeño ejemplo, ya que todo siguió igual. Los hinchas de Talleres fueron los primeros en adelantarnos que nada había cambiado cuando cuatro días después de la muerte de Emanuel Balbo silbaron al capitán de Belgrano Guillermo Farré quien, previo al partido de Talleres e Independiente, leía un comunicado bajo la consigna “no somos enemigos”, en un buen gesto que habían tenido ambas instituciones cordobesas pero que los hinchas no habían podido advertir.
Sería muy injusto decir que el fútbol argentino está como está por una hinchada en particular o por las hinchadas en general ya que las instituciones también aportan su grano de arena (cuando por ejemplo hacen acuerdo con barras, aunque luego lo desmientan). Nadie da un buen ejemplo ni siquiera el Ministerio de Seguridad que decidió aplicarle ayer el derecho de admisión a los estadios por dos años a los siete hinchas de Belgrano detenidos involucrados en la muerte de Emanuel Balbo ¿Para el Ministerio de Seguridad la vida humana vale dos años de restricción a estadios? ¿Cuándo queden libres los siete detenidos van a poder ir a la cancha como si nada? ¿Qué tiene que pasar para que asesinos no pisen más un estadio? Son las preguntas que nos hacemos todos.
Tal vez el foco de la nota del clásico cordobés tendría que haber sido el Cholo Guiñazú a quien hay que cuidarlo porque cada vez se ven menos números cinco con esa entrega, pero sobre todo con esa técnica. Maneja los tiempos del partido a su conveniencia y cuando parece que al final de encuentro los equipos van a generar un escándalo, aparece él, con la tranquilidad con la que juega y con la sabiduría que le dio los años, calma todo y se abraza con cada jugador de Belgrano porque en el fútbol hay rivales y no enemigos.
Tal vez el foco tendría que haber estado en Matías Suárez, el multicampeón con Anderelcht y que volvió a la Argentina en 2016 luego de los atentados en Bélgica. Hoy marcó su primer gol en el 2017 con una definición que va quedar en la historia de los clásicos y sobre en la historia de su memoria.
El partido se podría haber contado desde esos enfoques, pero tal vez a un imbécil, producto de su imbecilidad o de su cobardía se le podría haber ocurrido señalar al hincha más cercano pronunciando “es de Belgrano” y tal vez mañana tendríamos a dos padres cuyas vidas ya no sería vida.
@leandro_demora
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