Boca es un equipo completamente especial. Es, en realidad, dos equipos en uno, y eso no significa que resulte ser bueno. El equipo que comandan los mellizos Barros Schelotto están primeros en la tabla real de posiciones, pero juega como si estuviera peleando los últimos puestos para entrar en la Copa Sudamericana. Es irreal poder comprender cómo es éste equipo y no otro el que lidera el campeonato.
En la primera mitad del campeonato, allá por el final del 2016 y con Carlos Tevez, Boca era letal de contra, férreo atrás y seguro con la pelota en los pies. Hoy, con un solo cambio en el plantel, es todo lo contrario. Ya no lastima tanto de contra, ya que son arremetidas furiosas, mal conducidas, poco precisas y excesivamente cancinas que terminan con un pase atrás y un "volver a empezar". Dejó de ser férreo atrás, algo que pone contentos hasta a los delanteros de Gimnasia y Tiro de Salta, próximo rival del Xeneize en Copa Argentina, porque creen ser capaces de hacerse un festín con esa defensa de B Metropolitana que proporciona Boca. Y la seguridad con los pies ya es cosa del pasado, porque ni siquiera Fernando Gago, que a la postre pinta ser el jugador más dotado que tiene el líder del campeonato para tratar el balón, logra estar tranquilo con ella en los pies. Sin ir más allá, hoy le obsequió el tercer gol a River, prestándosela a Nacho Fernandez para que Driussi cierre las esperanzas de todos los hinchas presentes en La Bombonera que esperaban un empate que hubiera sido injusto.
Peruzzi, a quien muchos (algunos periodistas también) piden insólitamente para la Selección Nacional, es un completo turista. El puesto de marcador de punta es hacer justamente eso, marcar, y él no lo hace. De todas formas, sería poco justo caerle al ex Velez, que solo le regaló la espalda a Gonzalo Martínez en el primer gol, teniendo en cuenta con quienes comparte zaga. El mediocampo hoy no funcionó y muchos ya se alegran de que se acerque el Mundial Sub 20 para que Bentancur pueda estar ausente. Hoy el charrúa intentó algo distinto: probó dos veces de media distancia. Habría que ver si los hinchas devolvieron o no esos dos balones al terreno de juego. Para colmo, el duelo de lesionados también lo ganó River, quien "sufrió" la lesión del jugador más insignificante: Milton Casco. Boca también perdió aquí, ya que, para no ser menos, tuvo, nuevamente, a Centurión out. Se presume desgarro, por ende, no jugaría ante Newell's, ni ante Huracán y ni ante Independiente. El único héroe en todo este lío que se vive en el club de la Ribera parece ser Wilmar Barrios, que juega como lo que és: alguien que sin duda no se crió con este fervoroso clima que envuelve al Mundo Boca y que cada vez más provoca que jugadores que llegan siendo figura, se vayan siendo una calamidad.
También sería injusto no hablar del ganador del partido. River hizo lo que tenía que hacer y se llevó, con demasiado poco, un partido que ya había ganado antes de jugarlo. Ahora solo queda cumplir con lo establecido y ganar los puntos que hay que ganar. Este Boca ya está en la lona y el colegiado le está contando hasta diez, hay chances de que se recupere, pero anímicamente, una débil mano más en la quijada y regala el torneo. Nadie jugó este partido como un Clásico. La única sangre que se evidenció en La Bombonera este domingo, fue la que le brotó a Marcelo Gallardo del labio superior cuando gritó el primer tanto de su equipo allá por los catorce minutos de comenzado el partido.
Periodistas, vayan hablando de un distinto futuro campeón.
Franco López Larrañaga
@FrancoLopez8
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