Un tal Maroni







La pelota andaba por los cielos cuando el pibe que luce la 20, un tal Maroni, la levanta de sombrerito y, sin dejarla caer inventa un caño que nadie imaginaba. “¡¡Oleeeee!!”, delira el estadio. Desde la tribuna bajan los aplausos mezclados con emoción. Es la primera vez que pisa la Bombonera, pero no lo pueden dejar de mirar. ¿Quién es este pibe?, se preguntan todos.

“Con jugar en la Bombonera sería un chico feliz y con toda esa gente, una cosa de otro mundo” había confesado el cordobés apenas arribó de Instituto. Pero la noche del debut le regalaría algo más. El fútbol y sus cosas.

Ataca Boca por izquierda, van 15 del segundo tiempo. El conjunto de Guillermo gana cómodo 2-0 con los goles de Benedetto y el equipo maneja la pelota y el partido. El colombiano Fabra centra al área, Botinelli rechaza al medio y un tal Maroni, que llegaba desapercibido, rápido, espontaneo, la empalma de aire –otra vez – y la clava junto al palo. Golazo. 








“Vi que entró la pelota en el gol y no me acuerdo más nada por 15 minutos” declaró su padre, Diego Maroni, al finalizar el partido. La emoción le brotaba del cuerpo. A su hijo también, no es para menos: “Se me cruzaron miles de imágenes por la cabeza. Lo principal, la familia. Se lo dedico a ellos, pero estoy muy agradecido a todos" contestó cuando le preguntaron por el gol.

A los pocos minutos, los aplausos retumbaban en la noche boquense al anunciarse el cambio. Con un trote cansino se iba de la cancha el pibe de 18 años proveniente de La Agustina, cantera cordobesa. Desde el banco lo reciben con cariños y felicitaciones. Noche más que soñada.

Ahora su desvelo tiene nombre. En 14 días, River visitará La Bombonera. Y un tal Maroni, que ya demostró para qué está, sueña con jugar el superclásico: "Es obvio que cualquiera sueña con jugar el clásico, pero estoy tranquilo, muy feliz y agradecido".


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