Amor por los colores

Por Agustín Cassano 
@CassanoAgus

A mis familiares y amigos de Quilmes, a quienes quiero mucho. Especialmente a los dos protagonistas de esta historia, que día a día comparten la vida conmigo desde hace un año:

Rafaela agarró su auto y pasó a buscar a Emilio. Irían juntos a Santa Fe. Una vez más. De vuelta viajarían a ver a su Quilmes querido como lo hacen desde hace años, pero muchos años. Desde mucho antes de que alguno de usted, lector, haya arrancado la secundaria.

Tomás López (de Alsina y Lora, cantera del cervecero)


Llegaron a la provincia con chances matemáticas y, aunque estuvieron pesimistas toda la semana nunca perdieron la fé y soñaban igual porque lo sentían con el corazón y no con la razón. Y cuando se siente con el corazón no hay nada más fuerte que eso.

Emilio y Rafaela fueron como hinchas neutrales porque aunque el fútbol argentino no acepte visitantes, pese a que la seguridad está cada día más garantizada por una Ministro delirante, ellos van igual y encubren funciones. Uno como periodista, la otra como fotógrafa. Grandes profesionales ambos. Pero antes que la profesión, ellos se entregan a la pasión por el cervecero que les dio, entre muchísimas cosas, la amistad mutua. Viajes, risas y llantos. Quilmes para ellos es mucho más que fútbol, pero el fútbol les duele más que todo lo demás. Es inexplicable.

Inexplicable como el penal que Beligoy le cobra a un Atlético Rafaela, ya descendido desde el inicio del match, y que le permitió abrir el marcador a Fernando Luna a los 30 minutos. Ese primer tiempo no lo van a olvidar. Como tampoco van a olvidar las miles de cagadas que cometieron los árbitros y fueron determinantes en cada uno de los partidos que Quilmes disputó.

El empate fue un respiro y una nueva luz de esperanza al inicio del segundo tiempo, cuando Federico Andrada empató de tiro libre. El equipo de Cristian Díaz empujó y empujó todo el complemento para conseguir la victoria, único resultado que mantenía a Quilmes en Primera División.

Emilio y Rafaela se carcomían las uñas y querían estar adentro para dar una mano y para hacer todo lo contrario a lo que estaban haciendo los jugadores del cervecero: tirar centros que no servían para nada.
Matías Orihuela


Incluso, desde los ocho minutos cuando en el equipo dirigido por Juan Manuel Llop Gudiño se fue expulsado. Quilmes no disparó tanto como hubiese pretendido Emilio que en cada llegada al área de Quilmes gritaba en sus adentros "pegale al arco pegale al arco", pero nada.

Tampoco desde los 40 del segundo tiempo, cuando Atlético se quedó con nueve jugadores tras una nueva expulsión: esta vez Montiel (mal expulsado). El partido no fue más un partido de fútbol común y corriente. Se convirtió en un bombardeo de pelotazos del equipo del sur del Gran Buenos Aires que nunca fue efectivo.

A Quilmes se le acabó el tiempo y volvió a descender a la B Nacional. El dolor de dos amigos se vio en sus lágrimas, en sus respectivos tendidos de mocos. En su bajón de la vuelta a casa. Incluso el dolor y el impacto fue tan fuerte como 20 puñaladas que casi cordonean en la ruta, pero no les pasó nada. Un paralelismo, esperemos, como el de Quilmes. Cayó a la B Nacional sí, pero seguramente vuelva. Y volverá con la frente más en alto que nunca.

Eso sí, en este tiempo en que Quilmes esté en la B Rafaela y Emilio irán a todos lados como se lo prometieron el día en que se conocieron en el Centenario y sellaron su amistad para siempre.

Quilmes es más fuerte que cualquier descenso, como la amistad de ellos dos. La locura de ambos por el cervecero no tiene lógica, solo amor por los colores. Como el amor que también tiene Tomás López, pibe de Alsina y Lora y de 100% identidad cervecera, que fue enfocado por las cámaras de la transmisión inmediatamente terminado el partido y quien estaba totalmente desbordado en lágrimas y sufrimiento por el descenso.

No importa hacia donde caiga Quilmes, ellos estarán siempre. Como las decenas de hinchas que también fueron de infiltrados y como miles que vivieron el día más triste de esta temporada desde sus casas.
Siempre estarán los verdaderos que aman al club. Este descenso duele, duele tanto como los otros pero trae una certeza: esta vez a Quilmes no lo levantarán más tipos que fueron vaciadores del club y ocuparon altos cargos en FIFA y Presidencia de la Nación.

Jonatan Torres (de Alsina y Lora, la cantera de Quilmes) y Matías Orihuela.






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