La vi desorientada, sin nada que la distinga como cuerva. En la mano, entrada de invitados. Ahí estaba, sentada en la platea sur. Sola, distante a todo.
Podía ser tímida o extranjera pero había visto como se enojó con el chico que se le coló para comprar la entrada, no era tímida, no era extranjera y definitivamente no era de San Lorenzo.
Se sentó en la escalera porque la cancha estaba repleta y se rió de los plateistas panqueques y hábiles puteadores. No se paró en el gol de Blandi, ni siquiera intentó disimular su cara de pocos amigos.

El segundo tiempo fue otra historia, se soltó. Hasta la escuché gritar un "no fue foul", claramente en ese mismo instante miró para ver si alguien se había dado cuenta.
Se agarró la cabeza mientras todos festejaban el gol de Díaz y puteó a Batalla como nadie, claro, a la hora de putear en nuestro fútbol ¿quién se iba a dar cuenta? Siguió a los saltitos en todos los ataques de River y fue la única que no festejó con el pitido final.
Eso sí, se paró como todos a cantar la de Fonsi pero sólo aplaudió. Nuevamente no disimuló su mal humor y espero a irse última del estadio.
La infiltrada se fue pero espero que vuelva, así gana San Lorenzo.
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