El negro y Antonio eran vecinos en Alberdi y cuando se juntaban a jugar a la pelota con los pibes del barrio veían que el otro siempre llevaba un camiseta celeste, desde ese momento surgió una gran amistad entre ellos y un ritual que hasta el día de hoy siguen llevando a cabo, ir a ver a Belgrano, siempre a pesar de todo. O mejor dicho casi siempre.
Digo casi siempre, porque gracias a como se vive el fútbol hoy en dia, a las nefastas dirigencias, a mercenarios y principalmente a los barras bravas que acaban con todo lo lindo de este deporte, estos dos amigos no van a poder ir a la cancha a ver a su Belgrano por un largo tiempo.
Pero poco le importa al rengo, que agarra el telefono y llama a su amigo Antonio, "preparate el mate y comprate unas facturas que yo agarro la radio y nos sentamos ahí cerca del Kempes a escuchar el partido". Antonio no dudo ni un segundo que puso a calentar el agua y enseguida paso a buscar a Juan Carlos, el ritual se iba a seguir cumpliendo aunque sea un poco diferente.
A pesar de que Belgrano es de esos pocos equipos que ya no juegan por nada en este apasionante campeonato argentino, estos dos amigos estaban ahí, incondicionales a su pasión, sentados en una reposera, tomando mate y escuchando la radio.
El partido fue desfavorable para la B, y las puteadas de estos dos amigos se hicieron eco por los alrededores del Kempes cuando Milo con una jugada de potrero estampaba el 2-1 a favor del Arsenal de Julio Grondona,
Es cierto, no pudieron ver el partido, pero estuvieron ahí, como siempre, fieles a su pasión y a lo que sienten por el pirata, ojala todos los hinchas de nuestro fútbol sean como estos dos amigos, muchas cosas cosas serian diferentes.
Felipe Finger
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