El pensamiento colectivo suele comprender que los futbolistas están más allá de todo. Que el hecho de tener el talento para llegar a ser profesional, lo que muchos aspiran y pocos logran, los transforma automáticamente en famosos con un buen pasar económico, que tienen la mejor vida, pueden conseguir las mejores mujeres o comprarse un auto de lujo.
Muchos piensan, influenciados por los medios, que el ego del jugador de fútbol es supremo, que vive aislado sólo pensando en él y que patear la pelotita le simplificó la vida, ahorrándole la preocupación por otras cuestiones de "ciudadano común".

Pero hay hechos, gran cantidad,pero algunos son muy puntuales que nos demuestran que, otra vez, el pensamiento colectivo es erróneo y que los prejuicios nos generan una miopía social que no nos permite pensar, relacionarnos, entendernos.
Eso fue lo que ocurrió en la cancha de Atlético Tucumán, el pasado domingo cuando el local recibió a Chacarita.
La salida a la cancha de todos los jugadores del Decano fue con un brazalete negro, como así también lo lució su DT y todo el cuerpo técnico. Este, hacía referencia a la muerte del padre del Gringo Franco Sbuttoni, quien falleció tras un accidente de tránsito.
Más allá del respeto, por portar el luto, hubo declaraciones de muchos compañeros brindando apoyo, mostrándose dolidos por la situación, por la relación que tienen con el Gringo, y que tenían con su familia (su madre también falleció el año pasado).
Los hinchas, que colmaron la popular local, se unieron a los 11 del campo de juego y clamaron por el número 6.
Ocasiones como esta, demuestran que detrás de la pelotita y todo el show hay actores que son seres humanos, que sufren, lloran, tienen miedos e incertidumbres igual que cualquier persona. Se demuestra también, que cuando la causa afecta verdaderamente todos se unen y el partido pasa a segundo plano.
Todo, salvo que cuando el Pulga Rodriguez metió el empate con una rebeldía de goleador, no pensó en él, pensó en Sbuttoni y levantó su camiseta.
Es mucho más que fútbol, sin dudas. Pero también, son mucho más que futbolistas lo que a veces no se tiene muy en cuenta.
Por Tomás Pardo.
@TPardo08
Muchos piensan, influenciados por los medios, que el ego del jugador de fútbol es supremo, que vive aislado sólo pensando en él y que patear la pelotita le simplificó la vida, ahorrándole la preocupación por otras cuestiones de "ciudadano común".

Pero hay hechos, gran cantidad,pero algunos son muy puntuales que nos demuestran que, otra vez, el pensamiento colectivo es erróneo y que los prejuicios nos generan una miopía social que no nos permite pensar, relacionarnos, entendernos.
Eso fue lo que ocurrió en la cancha de Atlético Tucumán, el pasado domingo cuando el local recibió a Chacarita.
La salida a la cancha de todos los jugadores del Decano fue con un brazalete negro, como así también lo lució su DT y todo el cuerpo técnico. Este, hacía referencia a la muerte del padre del Gringo Franco Sbuttoni, quien falleció tras un accidente de tránsito.
Más allá del respeto, por portar el luto, hubo declaraciones de muchos compañeros brindando apoyo, mostrándose dolidos por la situación, por la relación que tienen con el Gringo, y que tenían con su familia (su madre también falleció el año pasado).
Los hinchas, que colmaron la popular local, se unieron a los 11 del campo de juego y clamaron por el número 6.
Ocasiones como esta, demuestran que detrás de la pelotita y todo el show hay actores que son seres humanos, que sufren, lloran, tienen miedos e incertidumbres igual que cualquier persona. Se demuestra también, que cuando la causa afecta verdaderamente todos se unen y el partido pasa a segundo plano.
Todo, salvo que cuando el Pulga Rodriguez metió el empate con una rebeldía de goleador, no pensó en él, pensó en Sbuttoni y levantó su camiseta.
Es mucho más que fútbol, sin dudas. Pero también, son mucho más que futbolistas lo que a veces no se tiene muy en cuenta.
Por Tomás Pardo.
@TPardo08
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